Un cine que sí es posible

Hace unos pocos meses soñé que estaba paseando con mi hijo por la Calle Fuencarral en un futuro no muy lejano que ya se está escribiendo en Madrid hoy en día. Bien podría estar hablando del presente, salvo por un pequeño detalle, mi hijo ya hablaba con cierta fluidez y podíamos sostener una conversación inteligible entre los dos, cosa un tanto difícil a día de hoy cuando apenas supera el año y medio de edad. En el sueño trataba de explicarle que la calle por la que andábamos había sido no mucho tiempo antes una de las vías con mayor número de salas de cine de la ciudad. Él me preguntaba muy sorprendido que qué era una sala de cine, en medio de ese horizonte plagado de tiendas de ropa, H&M’S y Zaras por doquier.

Este sueño me vino a colación de los cierres de salas de cine que se han producido en Madrid en los últimos meses, concretamente a la noticia del cierre de los cines Roxy A, Roxy B y Paz el pasado mes de mayo.

Los antiguos cines Roxy de la Calle Fuencarral

Los cines Roxy de la Calle Fuencarral echaron el cierre en 2013

Imágen: http://www.estrelladigital.es. Reportaje de Bea Ruiz Aranda

Tampoco se trata de hacer un ejercicio de nostalgia exacerbada sobre las salas de cine porque son muchos los motivos que las han llevado a su actual e insostenible situación: el cambio en los hábitos de consumo y ocio, la irrupción de internet y las nuevas pantallas como principales canales de difusión del cine, la subida del IVA cultural del 8 al 21 % (en el que por cierto no se incluyen las corridas de toros), el  elevado precio de las entradas, etc. Estos factores nos han afectado a todos en mayor y menor medida y yo soy el primero en reconocer que voy menos al cine que antes, por estos y por otros motivos.

Si bien es cierto que no es sólo responsabilidad del gobierno el que un negocio privado como una sala de cine tenga que cerrar, sus medidas generales que afectan a la cultura han supuesto una auténtica puñalada para el sector del cine y por supuesto para muchas otras áreas de la cultura que ya venían heridas de muerte. Da la sensación de que no han querido proteger la cultura y de que, en este contexto tan difícil, les ha podido el afán recaudatorio para cuadrar el dichoso déficit. Se ha privilegiado el mantener el presupuesto en otras partidas del gasto en detrimento de la cultura, que es uno de los pilares de la tan mentada “Marca España” . Ellos sabrán.

Pero no me quiero ir demasiado por las ramas. A pesar del grisáceo panorama que se dibuja en la capital donde, además de la crisis económica, la crisis cultural cada vez se hace más patente con el cierre de cines, teatros, bares o salas de conciertos, hay gente y colectivos que ponen en marcha iniciativas que merecen mucho la pena.

El proyecto de Cines Zoco Majadahonda, es uno de ellos.

Interior de las salas de los cines Zoco Majadahonda

Imágen: http://www.cineszocomajadahonda.org/

Esta iniciativa surge de la voluntad ciudadana de los vecinos de la zona noroeste de Madrid, que se han constituído en asociación sin ánimo de lucro para  gestionar los cines y asegurar su pervivencia y sotenibilidad como lugar de encuentro, cultura, diálogo y reflexión.

Estos cines, abiertos en 1979 y que proyectaban en versión original desde 1999, son propiedad de la distribuidora Alta Films, que decide echar el cierre a los mismos el pasado 17 de abril del 2013.

Fueron una parte importante de mi formación como espectador, desde los blockbusters o “taquillazos” del cine de acción y de terror americano de últimos 80 y principios de los 90, hasta el cine independiente en versión original que frecuentaba en mi época de estudiante universitario.

Rocky IV

Sylvester Stallone como Rocky Balboa

La voluntad de la plataforma es preservar los cines proponiendo un modelo participativo  en el que los gestores sean sus propios socios, aquellos que por una cuota  anual de 100 € podrán participar en la gestión y toma de decisiones de los mismos, dándo su opinión sobre la programación que desean ver, así como los eventos e iniciativas que se propongan.

Además se propone un modelo alejado de los imperativos más comerciales en el que se exhiban desde películas más comerciales y familiares hasta cine independiente, ciclos temáticos y retrospectivas, cine en versión original y doblada, etc. Todo esto a unos precios bastante más bajos que los de las actuales salas de cine.

Os invito a que visitéis su página web y a que leáis su dossier de prensa donde está toda la información sobre su proyecto.

Animaros y haceos socios, ayudad a que los cines de calidad sigan vivos!

 

Un documental para no echarse la siesta…

En estas últimas semanas he pasado más tiempo del que acostumbro en casa delante del televisor, y me he enganchado a una serie documental llamada “Un mundo aparte” que se ha emitido durante las últimas semanas en La 2. Este documental narra la expedición alrededor del mundo que llevaron a cabo durante dos años, dos españoles y un argentino en pos de las últimas tribus nómadas aún existentes en el siglo XXI, y que les llevo a explorar algunos de los países y lugares más remotos y bellos de nuestro planeta.

El documental narra la historia de uno de los viajes más largos jamás filmados, dos años en la carretera, más de cincuenta países visitados y más de cien mil kilometros a bordo de un todoterreno.  El resultado final es, sin duda alguna, muy recomendable. Son 13 capítulos de 60 minutos de duración, y por lo que parece la serie ha sido un éxito, teniendo en cuenta la audiencia media de los documentales en nuestro país. “Un mundo aparte” debutó con un 5.8 por ciento de share, doblando la audiencia media diaria de La 2, y ha llegado a alcanzar el millón de espectadores y el 6,4 por ciento de share.

La serie se ha llegado a emitir en 130 países, ha sido comprada por National Geographic y, finalmente, ha llegado a nuestros televisores gracias a La 2.

El equipo de "Un mundo aparte" en pleno rodaje

Daniel Landa y el resto del equipo en la expedición de «Un mundo aparte» en la cascada del Aponwao (Venezuela) – Foto: Eva G.Tanco

Bajo mi punto de vista es un documental muy humano y eso lo consiguen en parte gracias a un guión bien construido y documentado, y a la buena elección de la voz en off, que se situa en la piel del operador de cámara. El narrador habla en primera persona como un miembro más de la expedición. La voz nos transmite el punto exacto de pasión, curiosidad e interés que hace que nos enganchemos a la historia.

En el aspecto técnico, no faltan las imágenes espectaculares y la buena fotografía, fruto sin duda de la profesionalidad, empeño y buena planificación que, sin duda alguna, puso el equipo a la hora de realizar el documental, y que tienen aún más merito cuando no se manejan grandes presupuestos, ni se tienen todos los medios técnicos a nuestra disposición.

Destacaría además la naturalidad de los tres integrantes del equipo ante la cámara, su cercanía e interés por las gentes que van encontrando en el camino. Como resumen diré que me alegro mucho de ver un documental de viajes hecho en España, que se aleja de la fórmula tan manida y explotada últimamente de la “guía de viaje con patas”, de los programas de viajeros, tipo “españoles, madrileños, aragoneses, etc… por el mundo” que no deján respiro al espectador y hacen que finalmente, ni conozcas el país, ni te enteres de nada. Aquí el rítmo es completamente opuesto.

Ojalá podamos seguir viendo propuestas tan interesantes como ésta. Desde aquí hago mi llamada personal  para que nuestros programadores y las cadenas de este país apuesten  de una vez por producciones y documentales nacionales, donde el  buen contenido, la diversidad y calidad cuenten, para relanzar de una vez por todas nuestra maltrecha industria audiovisual.